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Columnista
Es entendible que la situación actual de la salud global nos tenga a todos desconcertados, sobre todo cuando existen tantas fuentes de información que nos dicen cosas diferentes, a veces contradictorias, y se vuelve difícil diferenciar las fuentes oficiales de los rumores. Es por eso que queremos brindarles un espacio para compartir, de manera actualizada, la información verificada en torno a la situación con el nuevo coronavirus (COVID-19), recordemos que en momentos como estos la evidencia es nuestro mejor recurso.
En el contexto actual, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿los países con mujeres a la cabeza están exhibiendo mejor manejo que aquellos liderados por hombres? Si miramos la respuesta de países como Alemania, Nueva Zelanda, Taiwán, Finlandia o Eslovaquia, se hace evidente que se están desempeñando mejor que el promedio mundial en indicadores como tasa de mortalidad y tasa de testeo.
Con el avance de la pandemia surgen las tendencias epidemiológicas, se aclaran los panoramas y podemos evaluar el desempeño de indicadores importantes en la respuesta a la pandemia. Ahora que muchos países se preparan para el progresivo levantamiento de las restricciones, se ha vuelto más importante que nunca estudiar el desarrollo de la pandemia en busca de señales de éxito, qué posiciones han funcionado y cuáles son las lecciones -si bien tempranas- que se puedan aprender.
En momentos como este se hace relevante analizar la historia, mirar con ojo crítico las decisiones tomadas ahora que ya tenemos señales del impacto que generaron. Así, podemos ver que en algunos países la respuesta ha sido más exitosa que en otros, reflejado en sus tasas de prevalencia, mortalidad y diagnóstico. A partir de esa retrospección que los gobiernos y los investigadores independientes han hecho de las respuestas ante la pandemia en los países mejor adaptados, ha emergido una tendencia interesante: la mayoría de estos países son liderados por mujeres.
En un mundo donde 10 de 152 mandatarios electos son mujeres y el resto de las estructuras de poder político tienen 25% o menos de representación de las mujeres en su membresía, es sumamente difícil evaluar seriamente el desempeño de los países gobernados por mujeres versus los gobernados por hombres. Sin embargo, existen estudios. Si recordamos la crisis financiera mundial de 2008-2009, analizando los indicadores de aquel momento se llegó a la conclusión de que los países e instituciones financieras gobernados por mujeres exhibieron una mayor resiliencia a la crisis. En el contexto actual, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿los países con mujeres a la cabeza están exhibiendo mejor manejo que aquellos liderados por hombres?
Si miramos la respuesta de países como Alemania, Nueva Zelanda, Taiwán, Finlandia o Eslovaquia, se hace evidente que se están desempeñando mejor que el promedio mundial en indicadores como tasa de mortalidad y tasa de testeo.
En Alemania, el liderazgo de la Canciller Angela Merkel ha recibido el aplauso de la comunidad internacional gracias a que la respuesta de su país ante la pandemia ha sido una de las más eficientes a nivel mundial. Alemania registró su primer caso el 28 de enero, y puso en pie medidas de confinamiento el 10 de marzo, las cuales nunca han sido restricciones totales. Sin embargo, Alemania mantiene la tasa de testeo per capita más alta de cualquier país con población grande, realizando 15.730 pruebas por cada millón de habitantes, y observando una de las mortalidades más bajas de Europa con 28 decesos por cada millón de habitantes, exponencialmente menor a co-integrantes de la Comunidad Europea como Francia o España.
Se ha atribuido la eficiente respuesta de Merkel al hecho de que si bien su carrera se ha desenvuelto en la política, la Canciller es una científica entrenada, teniendo un doctorado en química cuántica. Las cualidades que se exaltan de la respuesta de Alemania ante la enfermedad son la racionalidad, el apego riguroso a la evidencia, la consulta exhaustiva con expertos antes de la toma de decisiones y la calma ante el análisis de situaciones futuras. Angela Merkel parece reunir todas estas cualidades y usarlas en pleno al fijar su posición ante la pandemia, lo que le ha ganado la aprobación del electorado alemán, cosa que se refleja en que la tasa de aceptación de la mandataria está en su punto más alto desde el 2017.
Más al este de Europa, en Eslovaquia, la respuesta del gobierno de la Presidenta Zuzana Caputova también ha sido calificada como una de las más eficientes de Europa. En un contexto caótico, la primera presidenta de Eslovaquia asumió en medio de la crisis por la pandemia un gobierno con multitud de denuncias por corrupción, la cual en su plataforma manifestó que se dedicaría a erradicar.
Formando un gobierno de coalición entre diferentes grupos políticos del país, el gobierno de Eslovaquia ha fijado metas claras en la lucha contra la pandemia y ha buscado implementar estrategias similares a otros países que han tenido éxito. Una de las acciones tempranas más importantes fue declarar las medidas de confinamiento 8 días después de haber confirmado el primer caso, más rápido que cualquier otro país en Europa. Los analistas dicen que esto, sumado al progresivo aumento en el testeo -el cual han llevado a 3.914 por cada millón de habitantes- han sido las medidas responsables de mantener una tasa de muerte de 0.4 muertes por millón de habitantes.
Otro ejemplo interesante de esta tendencia son los países nórdicos. El bloque subregional integrado por Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia tiene a mujeres a la cabeza de tres de sus cuatro miembros. En general, estos cuatro países son conocidos por tener altos índices de desarrollo, ser democracias estables y disfrutar de economías considerablemente sólidas en el tiempo. La respuesta a la pandemia de este grupo de países es generalmente considerada positiva hasta ahora.
En Finlandia, la Primera Ministra Sanna Marin, asumió un liderazgo positivo contra el nuevo coronavirus, logrando mantener en el país en una tasa de mortalidad de 8 decesos por cada millón de individuos y una tasa de testeo de 6.588 por cada millón de individuos, lo que le ha ganado un 87% de aprobación en la población de Finlandia en cuanto a su manejo de la enfermedad.
La Primera Ministra de Islandia, Katrin Jakobsdóttir evidenció un abordaje positivo de la pandemia, logrando una masiva campaña de testeo en la que ha dado acceso a la prueba a absolutamente toda la población, mientras que la mayoría de los países se han limitado a los individuos con síntomas activos. Si bien el pequeño tamaño poblacional del país puede facilitar la logística de permitir el testeo masivo, los avances logrados por Islandia son un caso de estudio que ha permitido determinar, entre otras cosas, que un alto porcentaje de los individuos infectados son asintomáticos.
Esto contrasta con Suecia, el último integrante de los países nórdicos y el único de estos en ser liderado por un hombre, el Primer Ministro Stefan Lofven. En el país se observa una tasa de mortalidad de 217 por cada millón de habitantes y una tasa de testeo de 9.357 por cada millón de habitantes. Si vemos el indicador de mortalidad, dista significativamente del resto de los países de la subregión. Sin embargo, la Viceprimer Ministra Isabella Lovin ha desmentido que en el país no se estén tomando medidas claras. Aseveró que se está optando por el distanciamiento social voluntario en lugar del confinamiento obligatorio, y que medidas más estrictas que esto no son sostenibles en el tiempo.
Lejos de Europa, Taiwán ha emergido como otro país en donde la respuesta hacia la pandemia ha generado lecciones para otras naciones. El país asiático no es miembro de la Organización Mundial de la Salud -ni del Sistema de Naciones Unidas en general- pues la República Popular China reclama soberanía sobre el territorio y por tanto su representación legal. A pesar de esto, la gestión de la Presidenta Tsai Ing-wen logró manejar la pandemia en etapas tempranas. Taiwán fue el primer país fuera de China en reportar presencia de COVID-19. Desde ese momento la presidenta puso en pie 124 medidas destinadas a controlar la diseminación de la enfermedad sin recurrir a confinamiento obligatorio. Taiwan dispuso una de las campañas más eficientes en contra de la enfermedad y, gracias a esto, han logrado mantener la tasa de mortalidad a 0.3 decesos por cada millón de habitantes y la tasa de testeo a 2.539 por cada millón de habitantes.
Un poco más al sur en el Pacífico, en Nueva Zelanda, el gobierno de la Primera Ministra Jacinda Ardem ha logrado contener la enfermedad y ha exhibido una disciplina loable para un país que depende del turismo para su producción económica. Apenas días después de la confirmación del primer caso en el país, la mandataria instituyó medidas de cuarentena para todos los viajeros y estableció protocolos de distanciamiento social en todo el país, lo que, en opinión de un experto del país, le da a Nueva Zelanda una oportunidad de erradicar la enfermedad en su territorio.
Una de las actitudes más celebradas de Ardem ha sido la clara comunicación establecida en todo momento, lo que señala un fuerte liderazgo para mantener a la población segura y en confianza. Gracias al abordaje adoptado, Nueva Zelanda tiene una tasa de mortalidad de 4 por cada millón de habitantes y una tasa de testeo de 25.088 por millón de habitantes.
A pesar de todos los casos evaluados hasta ahora, entre los países que presentan las mejores respuestas a la pandemia en el mundo, también constan Estados liderados por hombres.
Un eminente ejemplo es Corea del Sur, país que bajo el liderazgo del Presidente Moon Jae-in, ha mantenido un manejo estable de la enfermedad. Particularmente celebrado en la comunidad internacional es el testeo masivo implementado en el país, en donde se realizan pruebas a una tasa de 11.669 por cada millón de habitantes. La iniciativa está disponible para todos los ciudadanos y se realiza incluso en instalaciones ambulantes -llamadas casetas telefónicas de manera ilustrativa- en donde un profesional médico realiza despistaje para todas las personas que desean someterse a la prueba.
En conjunto con su estrategia de testeo masivo, Corea del Sur ha implementado también un riguroso protocolo de rastreo de contactos y vigilancia epidemiológica partiendo de estrategias refinadas durante el brote de MERS que el país experimentó en 2015. Esta experiencia anterior con la diseminación pública de una enfermedad respiratoria le brinda al país un acervo estratégico que nutrió no solo su respuesta, sino que ha servido de modelo para otras naciones.
Aparte de sus iniciativas del control epidemiológico, el sistema de información sanitaria por parte del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Corea ha cumplido altos estándares que, hasta ahora, permiten suministrar información actualizada y basada en evidencia.
Corea del Sur rápidamente controló el avance de la enfermedad, recogiendo una tasa de mortalidad de 5 decesos por millón de habitantes y observando hasta la fecha casi 11.000 casos, a pesar de ser uno de los primeros países fuera de China en reportar diseminación masiva del nuevo coronavirus. A partir de esto, el país ha pasado a prestar ayuda a otros miembros de la comunidad internacional en la forma de recursos para testeo y equipos de protección personal para los países que están experimentando escasez.
Si bien todos los casos anteriormente expuestos sugieren la existencia de una tendencia, es imposible asegurar con algún rigor científico, por lo menos en este momento, que existe una causalidad directa entre tener una mujer a la cabeza de un país y exhibir una mejor respuesta ante la pandemia.
Lo explicamos con distintos factores, primero: la cantidad de mujeres liderando naciones sigue siendo excepcionalmente baja, lo que impide tener una colección de datos suficiente para trazar conclusiones estadísticamente significativas.
Segundo, se pueden citar otra serie de factores dentro de los países que coinciden con tener una mujer como jefa de gobierno y que pueden condicionar una mejor respuesta a la pandemia, tales como nivel de educación; cultura; madurez de la población; confianza en los sistemas de salud pública; e inclinación a seguir el liderazgo claro, todos estos elementos pueden jugar a favor de la población y también los hacen más propensos a elegir a una mujer como mandataria.
Por último, incluso se estipula que tener una mujer a la cabeza del país es un factor que independientemente condiciona una mejor respuesta a la pandemia, podemos hacer la relación inversa también y decir que un país mejor preparado para responder a la pandemia tiene mayores probabilidades de elegir a una mujer, según establece Geert Hofstede de la Universidad de Maastricht en Países Bajos en su estudio sobre la psicología de las culturas y su comportamiento electoral.
Sin embargo, a pesar de estos obstáculos estadísticos señalados por los investigadores, es innegable que, de manera causal o no, los países con mejor respuesta a la pandemia son en su mayoría liderados por mujeres. Este hecho nos lleva a reconocer la necesidad de aumentar la participación de las mujeres en posiciones de liderazgo de naciones y nos plantea una pregunta interesante: después de estos momentos de crisis y convulsión mundial, ¿será el momento de finalmente darle a las mujeres la plataforma para consolidar los cambios e impacto positivo que la pandemia ha hecho evidentes?
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