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La nueva normalidad:
El futuro del mundo se comienza a esbozar

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Escrito por Héctor Villarroel

Columnista

A medida que la situación nacional de diferentes países evoluciona, son varias las naciones que están dando pasos hacia un reinicio de sus actividades laborales y comerciales.

Estas decisiones se han tomado con pasos tentativos luego de que varios países observaran mejoría en los indicadores epidemiológicos, pero también puede ser resultado de las crecientes presiones económicas por los mercados que han sido afectados por la pandemia. Como resultado de las medidas de confinamiento, se han disminuído las capacidades productivas de los mayores determinantes de la economía mundial, se estima que el Producto Interno Bruto (PIB) disminuirá a una tasa de 2% por mes, situación que no se había visto desde la Gran Depresión de la década de 1930.

Posiblemente en respuesta, una docena de países han comenzado a relajar las medidas de confinamiento impuestas -incluyendo Alemania, España, Grecia, Bélgica, Lituania, Francia, Nigeria y Líbano- en lo que parece ser un cauteloso experimento, pues las autoridades sanitarias de todos estos países han afirmado que las medidas de restricción podrían ser restituidas si el desempeño de los indicadores epidemiológicos empeora.

Para algunos expertos estas medidas implican cierto riesgo, pues el período de incubación del nuevo coronavirus de aproximadamente 14 días significa que si la relajación de las medidas de confinamiento ocasiona un impacto negativo, este no podrá ser medido hasta dos semanas o más después de su implementación, momento para el cual la enfermedad podría haber repuntado y las cadenas de transmisión extinguidas podrían haberse renovado.

Estados Unidos no es una excepción a esta tendencia; varios estados comenzaron a relajar las restricciones impuestas e incluso los legisladores volvieron al Capitolio el pasado lunes, luego de que el parlamento estadounidense entrara en receso como medida de contención ante la pandemia. El Estado de Florida permitió la apertura de sus playas, restaurantes y cafés, aunque con una capacidad reducida y exigiendo que los comensales guardasen una distancia de dos metros. El Estado de Arkansas reabrió los gimnasios y centros de bienestar, exigiendo a los clientes que mostrasen evidencia serológica de no estar infectados con el nuevo coronavirus. En total son 9 los estados que han dado alguna especie de paso hacia la relajación del confinamiento.

Estos pasos tentativos -que parecen tan solo estar probando las aguas- no implican el funcionamiento normal de la sociedad o las instituciones públicas. De hecho, la Corte Suprema de Estados Unidos sostuvo sus primeras audiencias por teleconferencia este lunes, ya que los jueces que componen el máximo administrador de justicia del país no han sesionado juntos desde principios del mes de marzo.

Las decisiones de reanudar actividades -y más importante, la manera en la que se reanudan- han sido prerrogativa de cada estado en ausencia de una respuesta centralizada. En este sentido, los expertos en salud pública advirtieron que una apertura muy prematura podría resultar en un aumento desmedido de los casos, pero a la fecha los entes rectores de salud pública del país no han hecho predicciones sobre el impacto que esto podría tener.

Lo que sí han proyectado, sin embargo, es que el avance de la pandemia no ha llegado a su peor punto y que en las semanas venideras empeorará su evolución. El Presidente Donald Trump anunció el domingo pasado que las estimación inicial de 60.000 decesos había subestimado el impacto y que más bien se esperarian ver 100.000 muertes. El anuncio ocurrió días después de que el conteo de fatalidades superara la estimación de 60.000.

Sin embargo, un documento de circulación interna obtenido por la publicación estadounidense New York Times y preparado por la Agencia Federal de Gestión de Emergencias sugiere que la tasa de morbilidad podría aumentar hasta una incidencia de 200.000 casos por día para el mes de junio, y la tasa de mortalidad podría ver un aumento de hasta 3000 decesos nuevos por día, lo que representaría un aumento del 70% de la actual tasa de 1750 decesos por día.

En total, son 31 los estados que de una forma u otra han relajado las medidas de confinamiento o han permitido la reanudación de algunas actividades, por lo que las nuevas proyecciones de morbimortalidad estarían tomando en cuenta el aumento en el contacto entre las personas, lo que facilitaría la transmisión del virus.

Todavía no se tiene claro cuál es el plan de gestión del gobierno estadounidense para las siguientes etapas, pero según declaraciones del primer mandatario, el país ha entrado en lo que definen como la “fase 2” de la respuesta a la pandemia, lo que supondrá la disolución del grupo de trabajo, establecido específicamente para abordar la crisis, en virtud del progreso que se ha realizado en el manejo de la emergencia.

Lejos de América, Alemania implementó un criterio basado en evidencia epidemiológica para diseñar su estrategia de salida de las medidas de confinamiento. Según explicó la Canciller Angela Merkel, las autoridades sanitarias del país están evaluando la tasa de reproducción del virus (R) como indicador. R representa el número de infecciones que se generan a partir de un paciente. En términos prácticos, R1 significaría que cada persona infectada procede a contagiar a una persona más.

La estrategia empleada por Alemania busca evaluar el desempeño de R y planteó la reanudación de ciertas actividades una vez que el indicador estuviese por debajo de 1. El pasado 16 de abril, por lo cual se decidió la reapertura de restaurantes y cafés pequeños limitando la capacidad de comensales.

Sin embargo, esta medida aparentemente produjo un aumento en las transmisiones del virus, y el R medido para el 27 de abril fue de 0.96, una cifra peligrosamente cerca de 1, por lo que se ordenó dar un paso atrás con las medidas anunciadas. La razón para mantener este umbral de manera cautelosa, explicó la canciller, es que si el R se sitúa en 1.1 el sistema de salud alemán entraría en crisis en el mes de octubre, un R de 1.2 produciría la crisis para julio, y 1.3 traería las consecuencias en el mes de junio.

En vista de esto, las autoridades sanitarias alemanas están rediseñando la estrategia para determinar qué medidas se podrían tomar y han fijado el 11 de mayo como fecha para la siguiente prueba, a partir de la cual se permitirá la reanudación de las actividades para establecimientos estéticos, librerías, tiendas de bicicletas y concesionarios de autos, todos servicios que fueron considerados no esenciales pero cuyas actividades servirán como piloto para evaluar la prestación de servicios al consumidor con restricciones en cuanto a la cantidad de personas que pueden ocupar un mismo espacio al mismo tiempo.

De manera similar, a partir del 11 de mayo se reinstaurarán de manera progresiva las actividades académicas, incluyendo educación preescolar. Al momento se han permitido las actividades para ciertos estudiantes -como aquellos con períodos de exámenes en las últimas etapas de sus programas- pero a partir de este mes se permitirá la reanudación de más tipos de actividades educativas bajo restricciones que evitarán aglomeraciones de estudiantes.

A pesar de estar dando pasos optimistas -sin excluir cautelosos-, tanto la canciller como los premiers de todos los estados han aclarado que si surge una nueva ola de infecciones, se retomarán las restricciones en completo vigor. Puntualmente, si el número de infecciones nuevas supera las 50 por cada 100.000 habitantes de alguna localidad, ese territorio deberá poner en pie un plan de confinamiento correspondiente.

Justo al lado, Francia también comenzó esta semana a experimentar con lo que podría ser la vida civil en el entorno de la pandemia. Si bien los oficiales de salud pública aclararon que el manejo de la crisis sigue en evolución y que el estado de emergencia en el país sigue vigente hasta, por lo menos, el 10 de julio.

La estrategia de salida de Francia está basada en la división del país en dos zonas tomando en cuenta la capacidad de testeo, la capacidad de unidades de cuidados intensivos y la cantidad de casos observados en los últimos 7 días. A partir de estos datos, se dividió al país a la mitad, en una zona roja y una zona verde, las cuales determinarán de qué forma evoluciona la relajación de las medidas.

En primera instancia, las escuelas primarias y muchos tipos de negocios podrán reabrir en ambas zonas del país. La zona verde también observará una reapertura de las escuelas secundarias, cafés y restaurantes a partir del mes de junio. En estos lugares y en el transporte público se deberán utilizar mascarillas y los proveedores de servicios tendrán el derecho de exigir a su clientela que las use. En las zonas rojas del país -incluyendo a la capital- las áreas públicas permanecerán cerradas.

España e Italia, los miembros de la Comunidad Europea más gravemente afectados por la pandemia, también anunciaron sus planes para retomar parte de las actividades.

En España, la estrategia experimental será implementada en dos fases a partir de esta semana. La primera fase implica la reanudación de negocios pequeños para servicios express y por citas, mientras que los establecimientos de comida solo tendrán permitido aceptar órdenes para llevar. El turismo estará permitido mientras no involucre áreas públicas, y los centros comerciales permanecerán cerrados.

Si las tasas de infección permanecen a la baja, restaurantes, bares y hoteles podrán abrir desde el 18 de mayo al 30% de su capacidad y únicamente ofreciendo asientos al aire libre. Los lugares de culto también podrán reabrir al 30% de su capacidad y se retomarán las industrias de agricultura y pesca.  

Cada fase, según el plan detallado por el Primer Ministro Pedro Sánchez, durará un mínimo de dos semanas, lo que significa que, en el mejor de los casos, las restricciones en España podrían levantarse para el final de junio.

Por su parte, Italia permitió la reapertura de fábricas y la industria de construcción desde esta semana luego de uno de los confinamientos más estrictos del mundo tras observar un descenso en los casos diagnosticados. El plan de Italia -negociado luego de varias discusiones entre el Primer Ministro Giuseppe Conte y el Parlamento- espera que los restaurantes y cafés puedan reabrir desde el 18 de mayo y los museos y áreas públicas en el mes de junio. Las instituciones educativas deberán mantener sus puertas cerradas hasta septiembre.

Similar a Italia, India también implementó una de las medidas de confinamiento más estrictas del mundo y que afectaron a los 1.3 billones de habitantes del país. Sin embargo, desde el 25 de abril se han realizado intentos hacia la reanudación de actividades en el país, permitiendo la apertura de pequeños negocios.

A partir de la semana pasada entró en vigor el plan presentado por el Primer Ministro Narendra Modi, el cual involucra una sectorización del país en zonas verdes, naranjas y rojas para decidir la magnitud de relajación de las medidas. En los distritos clasificados como verde o naranja se permitió la reanudación de las actividades de producción y transporte, reanudando así la distribución de productos y bienes al consumidor.

Sin embargo, las zonas clasificadas como rojas incluyen aún a las grandes metrópolis, las cuales son los centros económicos y productivos del país. El plan implementado puede reactivar la economía nacional a un 47-53%, ya que sin la posibilidad de acceder a bienes y servicios de las grandes ciudades, las actividades productivas serán mermadas incluso en las fábricas que sí puedan abrir.

Más al sur de India, en el Pacífico, Nueva Zelanda y Australia están comenzando a implementar sus propias estrategias para definir el funcionamiento de sus países luego -¿o durante?- del coronavirus.

Nueva Zelanda, que hace poco celebró el logro de estar cerca de la erradicación de la enfermedad en su territorio, comenzó a levantar restricciones desde el 28 de abril. El plan del país tiene como objetivo reanudar el 75% de la economía nacional, lo que se ha logrado con la vuelta al trabajo de más de 1.000.000 neozelandeses y la restitución de la distribución de bienes. Sin embargo, existen todavía restricciones sobre el manejo de fletes, por lo que los trabajadores de distribución deben operar en pequeños equipos y bajo estrictos estándares de protección contra posibles infecciones. Aunado a esto, las actividades académicas se retomarán para niños de 10 años o menos y los establecimientos de comida están volviendo a operar -si bien solo pueden ofrecer comida para llevar-.

Las actividades de ocio están siendo aprobadas siempre y cuando permitan observar las reglas de distanciamiento social que siguen vigentes. Actividades al aire libre como surf y golf están siendo permitidas, pero las reuniones públicas y los eventos masivos continúan prohibidos. Todavía no existe un pronunciamiento por parte de las autoridades en cuanto a un plan para retomar estas actividades.

 

Australia, por su parte, implementará un plan de tres etapas que tiene la meta de levantar todas las restricciones para el mes de julio. La estrategia presentada por el Primer Ministro Scott Morrison toma en cuenta el hecho de que la incidencia de la enfermedad se ha disminuido de manera variable en el territorio australiano. Algunos estados no reportan casos nuevos desde hace semanas, mientras que otros continúan reportando unos pocos casos nuevos.

En consideración a esto, el plan será implementado a la discreción de los mandatarios regionales tomando en cuenta la situación epidemiológica de cada estado, pero desde esta semana se comenzó a permitir la reapertura de pequeños negocios, visitar a familiares y amigos y reuniones públicas de hasta 10 personas, lo que permitirá a los residentes celebrar bodas y organizar funerales. 

La estrategia busca reanudar las actividades económicas y permitir que 1.000.000 de australianos vuelvan a trabajar, todo a la vez que se mantiene una estricta vigilancia epidemiológica. Las autoridades sanitarias australianas han afirmado que una de las bases de su estrategia es el uso de la tecnología, una aplicación para dispositivos móviles mediante la cual los usuarios pueden obtener información de los casos positivos reportados en sus zonas y decidir con base en esto qué actividades podrán retomar de manera segura.

Sin embargo, no todos los estados del país han mostrado una disposición tan pronta para levantar sus medidas de confinamiento. Estados como New South Wales y Victoria -que juntos contienen más de la mitad de la población del país- han afirmado que no se sienten preparados para cumplir con la iniciativa, optando por evaluar si algunas de las medidas propuestas por el gobierno central son aplicables a partir de la semana que viene.

A medida que los líderes mundiales parecen estar dando pasos claros pero cuidadosos hacia la reanudación de las actividades, las opiniones de los expertos varían en cuanto al posible impacto que esto tendrá, tanto para la salud pública como para la economía. Los más cautelosos advierten que la reanudación rápida podría significar un aumento desmedido de los casos para los territorios que habían logrado disminuir la transmisión, mientras que los expertos que abogan por la reactivación económica afirman que mantener el aparato productivo global paralizado por más tiempo es insostenible.

Lo cierto es que, en este momento, el rol de la sociedad es más importante que nunca. Todas las medidas analizadas hasta ahora tienen como supuesto el entendimiento por parte del público que la emergencia está lejos de haber terminado, que las actividades deben limitarse a las necesarias para el sustento y el bienestar y que el distanciamiento social debe seguir siendo la norma que guíe nuestro comportamiento. En esta coyuntura, somos más responsables que nunca de asegurar nuestra salud individual, lo que determinará el curso de la salud colectiva.

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